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¿Qué es la kinesioterapia?

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La kinesioterapia constituye un conjunto de técnicas diseñadas para ayudar al paciente a recuperar la movilidad y la fuerza muscular. Sigue leyendo y conoce cuáles son sus beneficios.

La kinesioterapia es una práctica que forma parte de la disciplina de la fisioterapia. Consiste en la aplicación de una serie de movimientos y técnicas diversas, realizados por el propio paciente o con la intervención del terapeuta, aplicando la fuerza o usando aparatos e implementos.

Los ejercicios se hacen a los fines de optimizar el estado general de salud de los músculos y las articulaciones, estirando y fortaleciendo los mismos. Esto ayuda en los procesos de rehabilitación, así como en la prevención de alteraciones motoras.

Esta práctica no consiste en el uso de masajes, aplicación de ungüentos o vendajes. Al contrario, involucra sofisticadas técnicas (electroterapia, hidroterapia) e incluso el uso de diversos equipos, implementos, dispositivos y aparatos (como los ultrasonidos).

¿Qué es la kinesioterapia y en qué consiste?

La kinesioterapia también es conocida como cinesiterapia, kinesiterapia o quinesiterapia. En todos los casos, la raíz es la misma, solo que con variaciones fonéticas u ortográficas.

El término en cuestión deriva del vocablo griego kinesis, que se traduce como “movimiento”. Con el añadido de la palabra terapia tenemos como resultado que el significado, etimológicamente hablando, sería “terapia del movimiento”.

Como tal, este conjunto de técnicas forma parte de una disciplina más amplia: la fisioterapia. Podría decirse que la kinesioterapia consiste la aplicación en la práctica de los principios de la kinesiología. Sin embargo, su finalidad es tanto terapéutica como preventiva.

Por lo tanto, está orientada al tratamiento, rehabilitación, recuperación y prevención de lesiones o afecciones relacionadas con el movimiento.

Así, al iniciar el tratamiento, el terapeuta realiza un test para valorar la calidad y el tipo de respuesta del músculo, localizando áreas disfuncionales o acciones que se ejecutan de manera incorrecta y que pueden conllevar deterioro de la salud articular, muscular y hasta ósea. Una vez que se ha determinado el tipo de problema, el kinesioterapeuta establece un plan de abordaje.

¿Por qué y para qué la kinesioterapia?

En la kinesioterapia se observa y analiza la respuesta de los músculos y articulaciones ante determinados esfuerzos para detectar posibles desequilibrios. Así, se pueden corregir problemas de movilidad y prevenir lesiones o dolencias asociadas con el sobreesfuerzo, el sedentarismo o las malas posturas.

Constituye una alternativa no farmacológica para la promoción de la salud y el tratamiento de síntomas de diversas dolencias, como dolor, rigidez o limitaciones en los movimientos.

En tal sentido, es curativa, preventiva e incluso formativa. Y es que con estas técnicas también se trata de educar. El paciente toma consciencia de su cuerpo y de sus movimientos.

En líneas generales, los objetivos de la kinesioterapia apuntan a desarrollar o trabajar aspectos como los siguientes:

  • Propiocepción y postura.
  • Potencia: aumentar la fuerza muscular.
  • Relajación: aliviar las tensiones musculares.
  • Precisión: mejorar el movimiento para tareas específicas.
  • Coordinación: en el uso de varios músculos o partes del cuerpo.
  • Resistencia: mantener la capacidad de trabajo a lo largo del tiempo.
  • Elongación: trabajando la elasticidad y la amplitud de movimiento.

Clasificación de la kinesioterapia

La kinesioterapia se puede clasificar de varias maneras, atendiendo aspectos como el momento en que tiene lugar, sus fines, las técnicas y recursos. Veamos.

Según el momento

Podemos hablar de kinesioterapia preventiva. Tal como su nombre lo da a entender, se aplica antes de que ocurran lesiones o aparezcan problemas. O mejor dicho, para evitar que se presenten.

La curativa es la que se practica tras una enfermedad o lesión para ayudar a la recuperación. En este orden de ideas, se propone un programa completo de rehabilitación.

Según la actividad del paciente

Otra clasificación tiene que ver con la actividad o intervención del paciente ante el tratamiento. De acuerdo con esto, la kinesioterapia puede ser pasiva, si los movimientos no los realiza la persona de manera voluntaria, sino el terapeuta.

A su vez, dentro de la kinesioterapia pasiva se tienen dos subtipos:

  1. Relajada: si los estiramientos no son tan exigidos ni producen dolor.
  2. Forzada: cuando los movimientos llegan hasta el límite de la articulación.

Por otra parte, en la kinesioterapia activa el paciente es quien ejecuta los movimientos de forma voluntaria, aunque asistido por el profesional de la salud. Dentro de esta forma hay dos modalidades:

  1. Asistida.
  2. Resistida.

En el primer caso, el paciente no es capaz de realizar el movimiento completo, por lo que es asistido total o parcialmente, de forma manual o instrumental. En la segunda forma se aplican resistencias manuales o instrumentales (con poleas, muelles, peso, debajo del agua).

Según el campo de aplicación

El ámbito de aplicación más conocido de la kinesioterapia es la salud, es decir, el desarrollo de programas de rehabilitación o de terapias complementarias para pacientes con diversas enfermedades que afecten su locomoción.

Por su parte, en el ámbito deportivo, se trabaja con atletas de cualquier nivel para mejorar su rendimiento o para ayudarlos en su recuperación tras alguna lesión.

En el área educativa también tiene un amplio campo de trabajo. Se aplica en centros de educación especial, de integración psicomotriz o de estimulación temprana. Esto se debe a que algunos niños pueden presentar problemas articulares o musculares, como hipotonía.

Según la finalidad

Lo más común es que en la kinesioterapia se trabaje el aspecto motor, referido al movimiento. Este se hace en la rehabilitación de pacientes con lesiones (como tendinitis) o con enfermedades como artrosis o espondilitis.

Pero también se aplica a las personas que se encuentran en cama por alguna enfermedad, a pacientes cuadripléjicos, incluso los que están en coma, con el fin de preservar la fuerza y movilidad de músculos y articulaciones. Además, se practican ejercicios de kinesioterapia con fines de mejorar la mecánica respiratoria. Esto se hace, por ejemplo, en pacientes con problemas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Por último, en cuanto a finalidad, también hay kinesioterapia postural, para ayudar a corregir la forma como nos sentamos o estamos de pie. Se previenen dolores en cuello y espalda.

Beneficios de la kinesioterapia

La kinesioterapia ayuda desde un punto de vista físico y mental, no solo a quienes sufren de una lesión o enfermedad. Entre los diversos beneficios que proporciona se tienen los siguientes:

  • Permite mejorar la mecánica cardiorrespiratoria al ejercitar.
  • Disminuye el dolor y la rigidez articular y muscular.
  • Contribuye con el manejo del estrés y la ansiedad.
  • Aumenta la propiocepción del movimiento.
  • Se recupera el rango de movimiento.
  • Fortalece la musculatura.
  • Ayuda a evitar lesiones.

¿Para quiénes se recomienda?

Cualquier persona puede acudir a kinesioterapia, pues nunca estamos exentos de sufrir una lesión, una contractura, tener mala postura o presentar un dolor. De manera particular, se recomienda en los siguientes casos:

  • Lumbago.
  • Parálisis faciales.
  • Pacientes en coma.
  • Contracturas musculares.
  • Lesión de isquiotibiales.
  • Personas con hipotonía.
  • Sobreesfuerzo de hombro.
  • Condromalacia rotuliana.
  • Problemas cardiorrespiratorios.
  • Trastornos del sistema nervioso, sensitivos o motores.
  • Pacientes con anquilosis, artropatías reumáticas o periartritis.

Riesgos y contraindicaciones

No obstante los beneficios antes mencionados, hay ciertas situaciones en las que no se debe aplicar kinesioterapia:

  • Fracturas.
  • Derrame articular.
  • Hiperlaxitud.
  • Infecciones.

La kinesioterapia es un trabajo profesional

Para la kinesioterapia, el paciente no necesita ningún tipo de preparación especial. Tampoco se requiere anestesia. Pero esto no significa que pueda tomarse a la ligera.

Por el contrario, los ejercicios deben ser realizados por un fisioterapeuta profesional o bajo la orientación de este, en un ambiente y con mobiliario y equipos que garanticen la integridad.

De igual modo, al momento de elaborar y desarrollar un plan de trabajo, debe hacerse de forma individual, de acuerdo con las necesidades de cada paciente. Sobre todo, el plan debe ser aprobado por el médico, ya sea un traumatólogo o de otra especialidad.

Fuente: Mejor con Salud